SABERES Y SABORES | El paisano y la secularización

En ocasiones cuando pasaba un paisano con su tradicional vestimenta, traje de manta blanco, botines, pañuelo rojo al cuello, sombrero de palma de cuatro pedradas y no le podía faltar colgado en su hombro derecho un morral de ixtle, dicho morral traía dibujado una planta de vainilla que a la letra decía: “Papantla la ciudad que perfuma al mundo” nos acercábamos a él los amigos, para preguntarle, Oye pariente ¿sabes hablar totonaco? A lo que el respondía _ni un palabra y ¿a dónde vas? Contestaba “pasialnán, lapula a chúchutsipí”, que significa “a pasear al pueblo natal”, al momento nos retirábamos, mientras que el señor de la tienda don Chucho escuchaba y observaba todo y le decía a mi paisano: compadre ¡no niegues la cruz de tu parroquia! somos totonacos “hasta las cachas”.
“La Cumbre Tajín” festival disque cultural que se lleva a cabo en esta zona, evento que hizo una mescolanza de la cultura del Totonacapan con corrientes esotéricos, orientales y demás, donde acudían a llenarse de energía desviando la esencia de los verdaderos orígenes de la cultura.
Al hablar de la “mundanidad “, hay que ponernos en alerta frente al peligro que representa algunas corrientes doctrinales con fundamentos en la filosofía y la religión que mezclan la creencia con elementos de las tradiciones religiosas de oriente, al mismo tiempo que comparte postulados esenciales del pensamiento de grandes filósofos. De allí que para otros el bien se asocia al espíritu, mientras que la materia es el principio del mal, el ser humano debe “salvarse a sí mismo” o llegar a la plenitud a través del conocimiento.
Todos estos pensamientos modernos han desembocado en un conjunto de movimientos de carácter espiritual con tintes esotéricos, que retoma parte de los antiguos preceptos y los reformula para adaptarlos a los nuevos tiempos según su conveniencia.
¡Mucho cuidado! porque estas corrientes te jalan y te engañan, además que se esconden bajo la apariencia de bien, incluso de verdadero “amor”, ¡hay peligro! ¿Acaso pretendo dar clases de religión? no es así, pensemos que directamente alguien de nuestra familia ande metido en este rollo que según no pasa nada, pero actualmente son temas que vigorosamente son tratados y en algunos casos defendidos en encendidos debates. Por otro lado, existen corrientes psicológicas que enfatizan la capacidad del hombre para su autorregulación, desplegando sus propias potencialidades a través de mecanismos de autoayuda, sin la necesidad del consejo de los padres, insisto andar con cautela.

Este pensamiento del mundo es provocado por el secularismo. El paradigma de la secularización tiene como problema central la relación entre religión y modernización, de tal manera que delimita el estudio del cambio social contemporáneo a la relación entre estos dos elementos. Esta aclaración me permite distinguir la secularización de otros procesos de cambio característicos de las sociedades contemporáneas como: la industrialización y la democratización.
La mundanización es definida por Tschannen como: “el proceso por el cual una sociedad, un grupo, o una organización social, retiran su atención del mundo sobrenatural para interesarse en los asuntos de este mundo” (Tschannen, 1992, p. 69).
La secularización no implica la desaparición de la religión en su confrontación con el proceso de racionalización, sino que desencadena un proceso constante de reorganizar y una recomposición religiosa, en el cual, diversas iniciativas de tipo religioso intentan llenar los vacíos, resultados de una modernidad que despierta expectativas que no puede cumplir.
De esta manera, digo la modernidad implica paradójicamente un proceso que estimula constante y simultáneamente la racionalización y la urgencia de una creencia, en otras palabras, no nos dejemos influencias por corrientes innovadoras, postulados modernos, propiciados por el fenómeno de la globalización, recordemos y retomemos nuestras tradiciones y costumbres, valores inculcados por nuestros ancestros, abuelos y padres.
Esta vivencia ocurrida en Papantla con mi paisano pudiera parecer irrespetuosa, en realidad no lo fue, pero puede ser aplicada en aquellos mexicanos que dejan de lado su origen, su cultura, sus tradiciones y valores. Si eres orgullosamente mexicano seguramente que creerás en la morenita del Tepeyac, no pretendas adjudicarte o asumir otras creencias por ejemplo orientales, como el caso de aquellos que creen en un señor gordo con el ombligo de fuera, seguramente en su cultura ellos tendrán argumentos en esa práctica y es respetable, pero nosotros ¡creemos en nuestra patria! Esta tierra mexicana que nos vio nacer y nos alimentó con maíz. ¡No te dejes extraviar por doctrinas llamativas y extrañas! ¡Sigamos con nuestras tradiciones!

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