La unidad hace la fuerza

Desde niños nos enseñaron que la unidad es virtud y que la división sólo conduce a la miseria y el sufrimiento: las tribus de los bárbaros estaban divididas y fueron dominadas con facilidad durante siglos, hasta que se fracturó el Imperio Romano. Hoy, por ejemplo, se conmemora con gran heroísmo las gestas heroicas de Vercigentorix y Arminius que pudieron unir a las tribus galas y germanas respectivamente, logrando algunas victorias frente a las Legiones Romanas.

La historia del México independiente inició con las tres garantías del Plan de Iguala de Agustín de Iturbide que están representadas hasta nuestros días en los colores de la bandera nacional: verde, blanco y rojo. A la independencia respecto a España, la exclusividad de la religión católica y a la unión de todos los mexicanos, se adhirieron tanto insurgentes como realistas para concluir incruentamente, en 1821, la guerra que inició Hidalgo para conseguir la libertad del país.

Las historias de éxito más alentadoras para la humanidad moderna pasan por hechos en donde las partes se sientan a dialogar, y establecen acuerdos para pactar la paz y caminos comunes. Algunos ejemplos trascendentales son: La fundación de los Estados Unidos en el siglo XVIII, la unificación de países como Italia o Alemania en el siglo XIX y, más recientemente, la creación de la Unión Europa en el siglo XX.

En la vida concreta de las personas, dentro de la familia, en el lugar de trabajo, la comunidad y la política, la unidad es fundamental para resolver los distintos problemas y alcanzar proyectos que a todos beneficien. Para establecer “pactos”, “alianzas” o “convenios” es necesario que las partes dialoguen y apliquen las tesis agustinianas: en lo fundamental, unidad; en lo opinable, libertad, y en todo, caridad. Se debe buscar siempre el bien común y no sólo el de una parte.

Un país en estado de crisis necesita, con mayor razón, un gran acuerdo nacional para resolver los problemas comunes como lo son: la crisis sanitaria por el Covid-19, la crisis económica, la inseguridad y los problemas de la educación. No se puede tener éxito si el gobierno está dividiendo a la población permanentemente. La polarización no es la solución.

Lo que México requiere son acuerdos en donde pobres y ricos coincidan en generar más empresas e inversión, el gobierno y la oposición se sienten a dialogar, la prensa no sea atacada desde el poder, etc. Los partidos políticos hacen bien en poner el ejemplo y sentarse a dialogar para encontrar las coincidencias y salvar a México de la crisis actual.

A casi 200 años de la consumación de la Independencia necesitamos unidad y un congreso que impida la creciente descomposición social que promueve con su propaganda la 4T que, paradójicamente, llegó en el 2018 al poder con una alianza de experredistas, expriistas, expanistas y de otros partidos que hoy predican la lucha entre supuestos buenos y supuestos malos mexicanos.

Twitter @basiliodelavega

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