SABERES Y SABORES | El aborto y la vida

El Senado argentino aprobó este miércoles la propuesta para legalizar el aborto. La medida salió adelante en una votación parlamentaria que se prolongó hasta altas horas de la noche con 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención.
Miles de personas, a favor o en contra de la ley, se concentraron a las afueras del Congreso a la espera del resultado.
Cuando se dio a conocer, la marea verde —como se conoce a los grupos que apoyan la legalización — lanzaron gritos de júbilo y emoción, en contraste con la decepción de los celestes o colectivos “provida”, que rechazaban su aprobación.
Hay que estar conscientes que la familia es un aspecto central del propósito de la sociedad en la historia de la humanidad. Existen grupos opuestos que quieren destruir a las familias porque son un conducto importante para la preservación de la vida de muchas generaciones. Las personas nacen en una familia y, tú mismo ¿cómo llegaste al mundo?, llegaste a este mundo del vientre de tu madre. Los ataques de los que están en contra de la vida y la familia siempre tienen implicaciones más amplias que trascienden más allá de una sola generación. Han estado en guerra contra la “simiente de la mujer” que es como el grano contenido en el interior del fruto, como sí ella misma fuera una planta que puesta en las condiciones adecuadas, germina para dar origen a una planta de la misma especie, cosa que es causa u origen de otra.
Las faltas y los yerros es una de las razones por las cuales las familias se pueden desintegrar, otras como en el caso de Argentina son promovidas y aprobadas por el gobierno. Esto sucede cuando se rechaza el consejo de los mayores acerca del peligro de la “cultura de la muerte”. Cuando ves a tu vecino padecer “pon tus barbas a remojar” porque ese mal se alberga en sus mentes, en sus pensamientos homicidas hacia sus propios hijos en su vientre. Abrir las puertas a las ideologías, al aborto, ha sido el origen de cada problema familiar desde que nos dejamos al descubierto. Ahora es el principio de la muerte que ha estado ocupada en la empresa de destruir la vida. Los hombres y las mujeres acaban por exterminar a sus hijos no nacidos y este acto brutal y violento fractura a la familia en las generaciones subsiguientes.
El aborto se interpone en el camino, en el plan natural que se ha ordenado para las familias de las naciones sobre la tierra. Este ataque a la familia es central en la guerra del mal contra la humanidad, es una guerra global transgeneracional contra “la simiente de la mujer”. En su intento por borrar el conocimiento de la vida de una generación a la otra, el aborto ataca la institución formativa: la familia. Estos ataques van en aumento cada día. Se requiere una respuesta.
En vano se suele quejar, mientras ustedes que son padres de familia son infieles a su deber. Se quejan de que el mundo está en mal estado: ¿qué hacen ustedes para remediarlo? No se quejen tanto de los demás, sino de ustedes mismos, y no se quejen tanto ante los hombres, sino delante de aquel que da la vida. Suplíquenle a Creador que haga una reforma y secunden también sus súplicas con ferviente esfuerzo, ocúpense de su propio hogar y actúen para bien dentro de este ámbito.
Conforme vayan teniendo más oportunidad de familiaridad con los que viven dentro de su casa, más autoridad tendrán sobre ellos porque ellos dependerán de ustedes para que influyan en todo. Y si no mejoran este talento, tendrán terribles cuentas que rendir, sobre todo cuando sus manos tengan que responder de la sangre de los inocentes, porque el aborto que ha sido aprobado en Argentina traerá repercusiones en nuestro país, México, no queremos cargar sobre nosotros la negligencia de ustedes.

¡Oh, señores! senadores ¿no han fallado ustedes ya bastante, sino que tienen que acarrear sobre ustedes la culpa de toda la nación? Son ustedes los que hacen que los tiempos sean malos y provocan juicios sobre la nación. ¿Prefieren ver las angustias de los hijos y oírlos gritar en medio de tormentos infernales que estar abiertos a la vida? Hay que hablar una palabra para su instrucción, escucharlos el grito del pueblo que suplica por la vida.

¡Oh, crueles padres, autoridades irresponsables! Tal vez imaginan que ustedes están haciendo bien; sin embargo, a mi juicio, un hombre que no promueve la vida y la familia en cualquier ámbito comenzando desde el hogar no es digno de ser un participante adecuado de ella. Merece amonestación y censura por este mal, así como por los escandalosos silencios de omisión; y es que traiciona su vil hipocresía al pretender ser un buen padre o madre de familia, cuando es una mala persona en su casa porque un hombre o mujer bien nacidos, es decir, de buenas maneras y refinado, respeta la vida y la familia.

Es que los que son justos delante de su propia conciencia “andan irreprensibles en todo”.

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