SABERES Y SABORES | La supremacía del bien común

A nivel nacional de acuerdo con los resultados somos 126,014,024 personas, pero si tomamos en cuenta que la consulta por parte del INEGI que se realizó en el inicio de la pandemia y si a la fecha según datos se han reportado 165,786 muertes por COVID-19, haciendo un cálculo sin ser estadista seriamos 125,848,238 personas a nivel nacional, esto sin contar las muertes que no se han reportado y otros que han muerto de forma natural o por diferentes causas.

México busca vacunar a toda su población.

De acuerdo con la estrategia del Gobierno federal los primeros que serán vacunados serían los del sector salud, seguido de los adultos mayores.

En México habitan 15.1 millones de personas de 60 años y más, de acuerdo con el último censo elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

En tanto, dos de cada 10 adultos mayores están impedidos físicamente para trasladarse al lugar en donde serían aplicadas las vacunas, por lo que, si lo autorizan, le llevarán la dosis hasta su domicilio. Son aproximadamente 3 millones de personas las que se encuentran en dicha situación.

Tener un panorama más cerca de la realidad de cuántos somos y dónde estamos ubicados es importante porque nos obliga a buscar alternativas que permitan reajustar la vida. Por eso espero que este fenómeno que estamos viviendo nos haga más conscientes de que es importante buscar el “Bien común”, permitirse cambiar el comportamiento individualista con el que cada quien busca su propio beneficio, sin pensar en los demás.

Probablemente decir que el Bien Común es diferente al bien individual de todas las personas es un cliché, una película revelada con imágenes, no obstante, nos sirve para comenzar la reflexión.

Cuando hablamos del bien individual de todas las personas, hablamos del máximo bienestar de cada quien, pero cuando hablamos del bien individual no es otra cosa que una salida fácil.

Muy de moda hoy en día es delegar la obligación del cuidado del “Bien Común” a una persona sin reflexionar sobre las consecuencias que esta trae, porque se cae en el riesgo de delegar la responsabilidad a una institución, me refiero al gobierno, quedando al margen tomar nuestras propias decisiones.

El Bien Común se define como “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección” (Gaudium et spes, 26).

Si el bienestar sólo llega a unos cuantos, no es Bien Común. Si se alcanza sacrificando el bienestar futuro, tampoco lo es. Aclarar esta definición nos lleva a lo siguiente.
 
Cuando hablamos de la colaboración como la clave del cuidado del Bien Común, enseguida encontramos una serie de problemas prácticos. ¿Qué hacer cuando deseamos colaborar? ¿Qué hacer con aquellos que no desean colaborar? ¿Cómo buscar las mejores maneras de colaborar?

Algunas reglas que se pueden identificar sobre la experiencia donde el Bien Común es cuidado por encima de los intereses o bienes de las personas:
 

  1. Establecer claramente quiénes tienen la disposición para participar del cuidado y la construcción del Bien Común. Este punto es muy importante porque evita que las personas que no tienen interés en preservar el Bien Común se apropien del trabajo de los demás, abusando injustamente.
  2. Las reglas de uso de los bienes comunes siempre deben tomar en cuenta las necesidades de las personas interesadas.
  3. Las mismas reglas de uso deben provenir de acuerdos entre todas las personas, donde su opinión es tomada en cuenta.
  4. Los administradores de los bienes comunes deben ser responsables ante la comunidad de sus decisiones.
  5. Quienes incumplan las reglas pueden merecer sanciones, pero éstas deben fijarse de forma justa.
  6. Son necesarios espacios de diálogo para la resolución de problemas en donde todos tengan acceso, sean rápidos y al alcance de todas las personas.
  7. Las organizaciones deben ser subsidiarias, promoviendo que los miembros puedan valerse por sí mismos.
    Las organizaciones siempre funcionan mejor cuando se construyen desde lo local, con comunidades de base.
    Es evidente que el bien común es superior a los bienes particulares porque de ellos depende la supremacía de todos. Dice Tomas de Aquino que “La superioridad nace de dos conceptos: primero, porque cuantitativamente es un bien que afecta a mayor número de personas:”… el bien de un pueblo es más divino que el de un hombre”; después, porque “cualitativamente es un bien mejor”.

Esta palabra corrobora lo que dejó escrito Aristóteles al respecto y estoy de acuerdo con él: “… por más que el bien humano sea el mismo para el individuo y para la ciudad, es con mucho, cosa mayor y más perfecta la gestión y salvaguarda del bien de la ciudad.

Por tanto, es cosa amable hacer el bien a uno solo; pero más perfecto y más grande es hacerlo al pueblo y a la ciudad.

¡Trabajemos por el Bien Común!

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