El destino nunca es un camino lineal libre de tribulaciones o penas. Antes o después, éstas siempre aparecen como pruebas o desafíos a los que hay que enfrentarse y de la forma como se sobrellevan o superan dependen la entereza, integridad y el carácter del ser humano.
Nunca un mar en calma hizo experto a un marinero, dicen las historias de los hombres dedicados a navegar por los mares.
Es decir, más allá de la voluntad o las expectativas de quienes deciden emprender cualquier empresa, siempre hay imponderables, turbulencias o variables que están fuera de su control y que pueden impactar a favor o en contra de los resultados esperados.
Cuando las circunstancias juegan a favor y las cosas salen bien, cuando el viento es favorable y se llega a buen puerto, se agradecen el éxito y la buena fortuna.
¿Pero qué pasa cuando los resultados no son los esperados?, ¿Cuando en el camino hay pérdidas qué lamentar o se suceden una serie de golpes capaces de hacer tambalear a cualquiera? Entonces la voluntad, la resistencia y la fe en uno mismo se ponen a prueba.

Un ejemplo ampliamente conocido en nuestra tradición católica es la historia de Job, narrada en el libro del mismo nombre en el Antiguo Testamento.
Se trata de un caso paradigmático que ilustra cómo el destino del ser humano –o los designios de Dios si se habla desde el contexto bíblico- pueden cambiar de un día para otro, y cómo después de ser bendecido por una buena vida ésta puede ser golpeada por toda clase de infortunios.
La clave de la historia de Job, un hombre justo y recto, es su relación con Dios, y cómo a pesar de las tribulaciones y del dolor, nunca pierde su fidelidad ni su fe, ni reniega de su creador ante el infortunio.
Job no solo pierde su riqueza, sino también a sus 10 hijos y su salud, pero no blasfema contra su Dios. Aunque no alcanza a comprender el porqué de su sufrimiento, se mantiene firme en su fe y al final es recompensado.

Luego de resistir los embates de la desgracia, uno tras otro, Dios restaura la fortuna de Job, dándole el doble de lo que tenía, le concede 10 hijos más y una larga vida.
La historia de Job es un ejemplo de fidelidad y paciencia, así como una reflexión sobre el sufrimiento humano y la relación entre Dios y el hombre.
También destaca la importancia de la fe en medio de la adversidad y la justicia de Dios en el tiempo adecuado.
Si el dolor tiene un propósito, la clave está en la resiliencia.