¿Cómo afecta el ozono a tu cuerpo? De los pulmones al intestino y el cerebro

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Un contaminante con múltiples efectos
Nuevas investigaciones revelan que la exposición al ozono, un contaminante del aire, podría estar relacionada con la inflamación intestinal y el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.
El ozono troposférico no solo afecta tus pulmones: puede dañar el intestino y alterar funciones cerebrales.
La contaminación ambiental es uno de los principales desafíos que enfrenta la salud pública en las sociedades modernas. Entre los diversos contaminantes atmosféricos, el ozono troposférico (ozono a nivel del suelo) destaca por su capacidad de inducir daños a nivel celular y sistémico, especialmente cuando la exposición es crónica.
Aunque comúnmente se asocia el ozono con la capa que protege a la Tierra de la radiación ultravioleta, este gas puede convertirse en un agresor silencioso cuando se forma a nivel del suelo debido a la actividad humana.

Un aliado… pero también un enemigo

La Dra. Selva Rivas Arancibia, del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM, ha dedicado su vida académica a explorar las características del ozono como contaminante, sus efectos sobre el organismo y los mecanismos biológicos que se activan en respuesta a su presencia, así como las posibles implicaciones terapéuticas.
El ozono en la estratósfera protege. En la troposfera, contamina.
El ozono presente en la estratósfera cumple una función protectora esencial: filtra la radiación ultravioleta del sol, permitiendo la vida en el planeta. Sin embargo, cuando se encuentra en la capa inferior de la atmósfera (troposfera), se convierte en un contaminante con efectos perjudiciales, especialmente en zonas urbanas con alta densidad de tráfico y actividad industrial.
Cuando este ozono es inhalado, no se distribuye directamente por el organismo, pero genera especies reactivas de oxígeno (ROS) en los pulmones. Estas moléculas, altamente oxidantes, se diseminan por el cuerpo, provocando inflamación y alteraciones en el sistema inmune.

Exposición aguda vs. exposición crónic

Rivas Arancibia explicó que los efectos dependen del tiempo de exposición:
Exposición aguda (minutos a horas): puede causar síntomas respiratorios temporales; los daños son generalmente reversibles.
Exposición crónica (meses o años): puede provocar daños irreversibles en pulmones y sistema cardiovascular.
Niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas son más vulnerables.
Factores como la genética individual y la capacidad antioxidante del organismo también determinan la gravedad de la respuesta. No obstante, los más afectados suelen ser quienes habitan en zonas altamente contaminadas.

Su impacto en la inflamación intestinal y cerebral

Además del daño pulmonar y cardiovascular, uno de los hallazgos más relevantes en investigaciones recientes es el efecto del ozono sobre la inflamación intestinal y cerebral.
El ozono interfiere con el eje intestino-cerebro, desestabilizando funciones clave.
Instituciones chinas como la Universidad Médica de Xinxiang y el Hospital de la Universidad de Soochow, junto con la UNAM, el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía y el Hospital Ángeles, han documentado estos impactos.

¿Qué le hace el ozono al intestino?

Rivas Arancibia explicó que el eje intestino-cerebro se comunica a través de múltiples vías: el nervio vago, señales hormonales como la serotonina, citocinas proinflamatorias en sangre, metabolitos microbianos y neurotransmisores.
El ozono altera estas vías y provoca:
Disbiosis intestinal: reduce bacterias protectoras y favorece patógenas.
Mayor permeabilidad intestinal: permite el paso de toxinas y bacterias a la sangre, activando una inflamación sistémica.
El intestino dañado permite que toxinas lleguen al cerebro, con efectos duraderos.
También se ha descubierto que la exposición prolongada causa alteraciones estructurales en el tracto digestivo. El duodeno, yeyuno y colon presentan lesiones específicas según su función.
Entre los hallazgos: plasmocitosis, ulceraciones, exceso de moco y disrupción de la barrera intestinal, que facilita el paso de sustancias nocivas a la sangre.

El colon, una zona de riesgo

El colon, por su alta densidad de microbiota, parece ser especialmente vulnerable. Este desequilibrio intestinal no solo afecta la digestión, sino que agrava respuestas inmunológicas e inflamatorias crónicas.
Un colon inflamado es un disparador de reacciones inmunes que pueden afectar todo el cuerpo.
Las criptas intestinales también sufren cambios morfológicos que comprometen su capacidad regenerativa, afectando la salud intestinal a largo plazo.

Una amenaza silenciosa para el cerebro

La especialista de la UNAM también advirtió que la exposición prolongada a ozono induce un estrés oxidativo severo que deteriora la estructura y función del sistema nervioso central.
El ozono no llega al cerebro directamente, pero sus efectos sí.
Las especies reactivas de oxígeno generadas alcanzan el cerebro a través del torrente sanguíneo, desencadenando una cascada inflamatoria que altera el equilibrio redox. Las defensas antioxidantes naturales se ven rebasadas, y se forman radicales altamente tóxicos como el hidroxilo y el peroxinitrito.

¿Puede provocar alzhéimer?

“Una de las consecuencias más críticas del estrés oxidativo inducido por ozono es el mal plegamiento de proteínas. En particular, la beta-amiloide 1-42 cambia su estructura a formas insolubles (hojas beta), que se agregan y forman placas amiloides, asociadas al alzhéimer”, explicó Rivas Arancibia.
Estudios en animales han revelado que exposiciones cortas (7-15 días) pueden ser reversibles, pero después de 30 días se cruzan umbrales biológicos que activan procesos irreversibles de neurodegeneración.

Cómo el ozono impide que el cerebro se repare

La especialista también señaló que el ozono bloquea la reparación cerebral, inhibiendo la neurogénesis en el hipocampo y alterando el funcionamiento de la microglía.
Cuando la microglía cambia de protectora a destructiva, el daño se acelera.
Además, se deteriora la barrera hematoencefálica, permitiendo que sustancias tóxicas ingresen al tejido cerebral y agraven la inflamación.
Riesgos neurológicos: una cadena de efectos
Estos efectos combinados generan un entorno inflamatorio crónico que desactiva las defensas naturales del cerebro y promueve enfermedades neurodegenerativas como:
Alzhéimer
Párkinson
Trastornos cognitivos asociados al envejecimiento
El ozono puede ser un desencadenante de enfermedades neurológicas progresivas.

¿Cómo contrarrestar los efectos del ozono?

Para mitigar los efectos del ozono, ciertas acciones pueden fortalecer las defensas antioxidantes del organismo.
La actividad física y una buena alimentación son aliados contra el daño oxidativo.
Hacer ejercicio con regularidad (caminar, correr, deportes) ayuda a modular el estrés oxidativo y mejora la salud inmunológica.
Seguir una dieta rica en antioxidantes naturales: frutas, verduras, legumbres, cereales integrales.
Evitar realizar actividad física al aire libre entre las 12:00 y 17:00, cuando los niveles de ozono son más altos.
“El ozono es invisible, pero sus efectos pueden marcar el cuerpo por años”, advierte Rivas Arancibia.

(Redactor: Pepe Herrera)