Juzgar realmente las cosas

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La causa por la cual no se juzga rectamente surge cuando, apenas se presentan las cosas, el odio o el amor arrastran el juicio. Estas pasiones pervierten la razón y la entorpecen, lo cual da lugar a juicios apresurados y, a veces, sin fundamento.
Para evitar un engaño común resulta necesario permanecer atentos y advertidos. La voluntad debe mantenerse lo más libre, alejada del desorden de cualquier veredicto. Por ello resulta importante indagar, comparar e investigar, con el fin de que, ante un caso concreto, el examen se realice con un entendimiento libre de prejuicios y de estereotipos simplistas difundidos por ciertos grupos, esto evita anticipar juicios carentes de sustento y veracidad.
Las ideas o imágenes mentales pueden inducir al error y distorsionar los hechos. Un ejemplo es afirmar “todos los adolescentes son irresponsables” o “las mujeres resultan más dedicadas en comparación con los hombres”. Tales creencias moldean percepciones y sentimientos hacia una persona o un grupo. Así se forma un juicio antes de contar con evidencias suficientes para valorar rectamente los acontecimientos.


Antes de poner la voluntad en acción es recomendable detenerse para comprender lo expresado por algunos instructores en la frase “¡piensa antes de actuar!”. El entendimiento posee la facultad de conocer la verdad y discernir el objeto.
En ocasiones, el objeto aparece como un bien, aunque sólo sea aparente; por ello se requiere cautela. La tarea del entendimiento consiste en reconocer la naturaleza del objeto, sus realidades y sus implicaciones, pues la pasión o los sentimientos pueden desfigurar lo real y generar una idea falsa.
La razón debe escucharse antes que la voluntad. Si no se observa esta norma, fundamental en la práctica, se corre el riesgo de caer en error. Las facultades del alma necesitan orden. Aunque existe un constante ir y venir entre razonar y actuar, el principio sigue siendo el mismo, primero pensar y después actuar. Conviene evitar juicios ciegos sin reflexión, pues una sola circunstancia puede llevar a omitir un juicio recto.


Debe buscarse siempre lo justo y lo bueno, tomando en cuenta las siguientesreglas:

  • La regla de oro: todo lo que se desea de los demás, practicarlo también con ellos.
  • Nunca se permite hacer un mal para obtener un bien.
  • Actuar siempre con respeto, evitando causar tropiezo a otros.
  • Prepararse, estudiar de manera constante y formar la conciencia.
    ¡Juicios rectos, vida plena!