Meditando | Elíptica del tiempo, todo se repite

La cultura judío cristiana ha considerado al transcurso del tiempo como la vida misma con un principio, clímax, declinación, muerte destino manifiesto y el renacer a la vida en otro ser.Todos los acontecimientos de nuestra vida, del mundo y del universo tienen una evolución cíclica, todo se repite, nada hay nuevo bajo el sol, el amanecer sucede a la obscuridad, la primavera al invierno, la migración de las aves se admira en el cielo al final de verano, la floración, maduración y disfrute de los frutos, son cíclicos.
La vida está regida por un ciclo elíptico de fenómenos que volveremos a vivir con periodicidad perfectamente calculada por el arcano, ese secreto universal, recóndito y misterioso, el tiempo. Esto ha sido observado por culturas arcaicas atestiguando los fenómenos naturales, periódicamente repetibles.
El tiempo cíclico es una línea sin principio ni fin, con múltiples destinos repetibles con periodicidad definida, bien por designio natural, como las cuatro estaciones o por decisión humana, como las fiestas costumbristas.
El concepto de “Lemniscata”, acuñado por Jakob Bernoulli en 1694, representada en matemáticas como una elipse modificada que semeja a un ocho acostado, es una curva sin principio ni final, se le ha tomado como símbolo del infinito, todo inicio tiene su final y este su reinicio, lo pasado vuelve a suceder.
En nuestras vidas sucede lo mismo y ha dado lugar a las tradiciones celebradas mediante ceremonias celosamente conservadas a través del tiempo y se repiten en fechas establecidas.
Esta periodicidad da seguridad al ser humano al cumplir con preceptos y comportamientos bien definidos porque con ello permiten continuar con lo que han hecho sus antepasados, por muchas generaciones. Todo pasa en un tiempo determinado y enseguida nos preparamos para abordar un nuevo amanecer, ubicado en algún sitio de la lemniscata del tiempo.


Hoy ante la tragedia que hemos vivido, una pandemia jamás imaginada, esta época podrá ser la peor de nuestra existencia, pero el encierro monástico resistido nos ha acercado mas a la familia, a convivir y equilibrar explosión de sentimientos que a punto han estado de estallar ante un roce continuo de personalidades diferentes.
Una tragedia global semejante puede volver a presentarse y no será extraño, puede ser otra pandemia, una guerra, caos económico, hambruna. Ante la elíptica del tiempo, nada podemos hacer y ello debe servirnos para prepararnos sabiendo que algún evento convulsionante volverá en cualquier momento de esa línea continua sin principio ni fin, la vida en su elíptica eterna.
La experiencia en cada punto de la elíptica, debe servir para prepararnos a enfrentar una nueva hecatombe o suceso acogedor, ubicados en algún sitio de esa línea sin final, en la que todo evento se repetirá indefectiblemente, con otra faz, pero igualmente desolador o gratificante. Jamás debemos olvidar el pasado y mientras vivir con el optimismo de no volver a enfrentar aquel encuentro fatal en la elíptica vital predestinada. Pensémoslo asi.

hsilva_mendoza@hotmail.com

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