SABERES Y SABORES | Las olimpiadas de la vida

El Olimpismo es una filosofía de vida, que debe exaltar a quienes participan en ella o tienen aspiraciones a hacerlo, porque se combina en un conjunto armónico las cualidades del cuerpo, la voluntad y el espíritu.
Me llama la atención que la bandera olímpica presentada por Pierre de Coubertin se compone de cinco anillos entrelazados que representan la unión de los cinco continentes y el encuentro de los atletas de todo el mundo en los Juegos Olímpicos.
A lo que considero que uno de los objetivos de quienes participan en las olimpiadas es poner siempre el deporte al servicio del desarrollo armónico del ser humano, para alcanzar un fin, el de favorecer la implementación de una sociedad pacífica y comprometida con el mantenimiento de la dignidad humana.
Creo que es importante asociar el deporte con la cultura y la educación, ya que se puede crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, y quienes tenemos la experiencia de participar en algún deporte, el valor educativo del buen ejemplo y la responsabilidad social, hemos experimentado lograr alcanzar el respeto por los principios éticos fundamentales universales.
No es ajeno el ambiente cultural deportivo del entorno actual en la vida del hoy, la cual va dirigida en todo su esplendor la vida cotidiana, este “juego olímpico de la vida”, esta “retórica” del arte del buen vivir, debían saber que los juegos de la vida gozan de una vital importancia para comprender los aspectos más importantes de la vida.
Este supuesto hace posible la construcción de las metáforas atléticas que se pueden emplear para reforzar el sentido de los esfuerzos y la lucha cotidiana que implica la vida conforme a los principios.
La figura de los atletas, los ciudadanos actuales, la familia, el gobierno, la Iglesia, y demás instituciones debemos hacer un gran esfuerzo para profundizar en el reconocimiento de la importancia del deporte para aplicar los principios o valores más elementales en la carrera de la vida, la educación, el impacto de la práctica deportiva sobre el medio ambiente, la vida social de la localidad, y las relaciones internacionales; sobre todo cuando el deporte se ha venido constituyendo en un instrumento apropiado para mejorar las relaciones, fortalecer valores, y construir el espíritu de lucha, de combate, esfuerzo, resistencia que requiere el “atleta de hoy” el ciudadano común, para aprender a vivir conforme a un bien estar común.
La importancia del esfuerzo, la disciplina, permanencia y constancia hace la diferencia, para el fortalecimiento de los valores y virtudes de la vida de todo ser humano y de la vida ordinaria, pero existen ciertas personas de la vida particular en que el deporte se le toma como un asunto de ninguna o menor importancia para la vida, dando la impresión que no se hubieran dado cuenta o no supieran aquello que San Pablo da por supuesto que deberíamos saber. “En cualquier competición los atletas se someten a una preparación muy rigurosa, y todo para lograr una corona que se marchita, mientras que la nuestra no se marchitará”.
Es verdad que no se gana una competición sin esfuerzo ni sacrificio, así es que si queremos “ganar en esta vida”, sé amable, afable con los demás, regula tus modos, tus palabras, tus gestos, para que seas agradecido con la vida y no áspero ni rígido.
El que es tacaño con uno mismo, ¿con quién será generoso? Las madres que son las más generosas buscan dar sin medida, un ejemplo a seguir en esta carrera de la vida, cuando alguien ve que a otra persona le va bien en la vida, ¡alégrate!, eso es imposible para quien necesita estar comparándose o compitiendo incluso con su propio yo. Tú, sin embargo, encuentra la alegría de vivir, si permitimos que un mal sentimiento penetre en nuestras entrañas, dejamos lugar a ese rencor que se añeja en el corazón, por lo tanto disculpa la culpa. Y sigamos en estas “olimpiadas de la vida”.

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