SABERES Y SABORES | Educar para amar

Me parece que no es mala idea el regreso a clases presenciales, hay que evaluar y llevar todo un proceso, un seguimiento sobre: cuál es el momento más propicio para retomar las clases presenciales. Pero lo que realmente me ocupa y preocupa es ¿cómo lograr una formación integral de la persona?
Al pretender reflexionar sobre este tema, me sitúo en la necesidad de una formación integral de la persona, y encuentro que donde hay una visión sesgada o unilateral en cuanto a la formación humana, esto lleva un riesgo o un retroceso en otros aspectos del crecimiento humano. En el proceso educativo cuando se acentúa el desarrollo en un solo sentido se crean seres humanos incompletos: todo plan de estudios que tienda al equilibrio debe ofrecer promover el desarrollo en ciencias, en técnicas, en letras, en moralidad, en vida política, en vida afectiva de los educandos; como decía Andrés Bello, filósofo humanista en uno de sus discursos: “todas las facultades humanas forman un sistema, en que no puede haber regularidad y armonía sin el concurso de cada una. No se puede paralizar una fibra, una sola fibra del alma, sin que todas las demás se enfermen”.
Entre los efectos deseables de la educación se halla la siempre anhelada búsqueda de comunicación universal para promover la paz, la solidaridad y el entendimiento, pero mientras donde los seres humanos son considerados únicamente como “recursos” o “capital de inversión”, esto solo es un discurso, vayamos al fondo, a lo esencial, si tomamos en cuenta a la educación como solución a los problemas que plantea el mundo del hoy, esos cambios necesarios que la sociedad tiene de una mejor educación y asociado esto a la necesidad de reestructurar los sistemas educativos, de adecuar la formación docente, de ofrecer nuevos enfoques y contenidos, revisemos.
Desde la historia de la educación podemos confirmar cómo, sobre todo a lo largo del siglo XX, ha sido una constante las afirmaciones: “educar para la sociedad”, “educar para la inserción laboral”, “educar para el desarrollo económico” y otras similares que se expresan, por ejemplo, en el documento “Educación y conocimiento: eje de la transformación productiva con equidad” (CEPAL-UNESCO.
He llegado a la modesta conclusión que “Educar para Amar” es la mejor alternativa que hasta hoy he encontrado, en el entendido más amplio, porque tales fines no se adjudican el proceso educativo de hacer que se considere a la educación solo como un fenómeno social o con carácter instrumental y no pretende dejar de lado la centralidad de la persona humana en toda la dimensión.
Las personas necesitan entre otras cosas aprender a pensar y a razonar, a comparar, distinguir y analizar, a refinar su gusto, a formar su juicio y enriquecer su visión mental y espiritual. En este sentido, me parece adecuado aconsejar el estudio de la filosofía en los consejos en la praxis de los mayores y las sagradas escrituras que siempre serán un gran referente. Además, sería conveniente el estudio de “la historia de mi vida” si realmente pretendo llegar al conocimiento de lo verdadero, lo bello, lo bueno y estar apto para dar y recibir amor.

“Solo el amor transforma el corazón del hombre y a la sociedad”
Ruan.

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