​​SENTIDO COMÚN | El tesoro más preciado

México está lleno de niños multicolores. Hay niños indígenas y mestizos, españoles y sajones, italianos y franceses, árabes y judíos, chinos y japoneses. Los niños son el futuro del mundo, aunque ellos aún no lo sepan, porque viven el presente y su pasado reciente lo van olvidando día a día.
Hay niños de ciudad y niños provincianos, pero también hay niños de rancho en la costa y la montaña. Son diferentes todos, pero todos son valiosos. Hay niños que tienen padres y hay niños que no son de nadie. Hay unos a quienes no les hace falta nada, pero que se quejan por nimiedades, pues no valoran los tesoros que poseen.
En el campo hay niños que no necesitan ir a terapia para ser felices, ya que saben cuál es la verdadera dimensión de las cosas que los rodean; el valor de tener papá y mamá, de tener casa y comida todos los días, a todas horas.
Se ven más niños tristes en las ciudades que en los ranchos, porque el niño de ciudad va sorteando los peligros en las calles, día tras día, paso a paso. Los niños de la calle viven en el abandono rodeados de multitudes; los explotan, los martirizan, los vejan, los minimizan.
Por el contrario, los niños de rancho son naturales, puros, silvestres, que crecen sin el menor cuidado; expuestos al sol, al aire, a la lluvia y a las tormentas. La mayoría son felices, transitan por la vida sin medir el peligro, ni el tamaño de la pobreza. Si una enfermedad los aqueja, solo tienen 2 opciones: salvarse si Dios quiere o morir porque Dios lo quiso.
Los niños de rancho son alegres, le sonríen a la vida, no ambicionan imposibles. Sus ventajas son tan pocas que no piensan en lo superfluo, no hay Nintendo ni patines, ellos sólo anhelan tener un techo y una casa con ventanas, aunque sea de un solo cuarto con piso de tierra, una cama y un brasero.
Por las tardes se sentarán en la puerta de su casita de adobe, esperando a que papá regrese de la parcela caminando o a caballo, para recibirlo con una sonrisa y él a cambio, les traerá un trozo de caña, un elote o quizá un conejo. Y esto que es algo tan simple los colmará de alegría y los llenará de dicha.
Su diversión es la escuela a la que asisten alegres y adoran a la maestra (o) como si fuera de la familia. En el salón de clases aprenden, en el patio juegan y ríen. ¿Qué van a estudiar mañana? Eso aún no está en sus planes. ¿A dónde irán de vacaciones? A perseguir codornices y a treparse en algún árbol.
En fin, niños de ciudad o niños de rancho merecen ser tratados con amor y respeto; en ningún lugar del mundo debe haber niños tristes ni maltratados, porque son el tesoro más preciado que pueda tener la humanidad.
Por cierto, después de 17 meses de no asistir a las escuelas, este lunes regresaron felices a clases presenciales más de 35 millones de alumnos en todo el país, desafiando el peligro que representa el regreso a las aulas.

Compartir

Más noticias

Campañas desiguales

Las campañas electorales de las coaliciones en el estado de Veracruz están muy disparejas, por un lado, están los gobiernos de MORENA, sus empleados (obligados y otros pagados) y los “servidores de la nación”

Ponte en contacto

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La Aldea de la Información © 2023. Todos los derechos reservados.

Desarrollado por Elemento Technologies