​​200 años de independencia


México y parte de Centroamérica conmemoraran el bicentenario de su independencia. En 1821, de manera incruenta, el sur de lo que hoy son los Estados Unidos, México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica alcanzaron la independencia respecto de España, formando un solo país.
Este vasto territorio, con el que México inició su vida independiente, fue desmembrándose durante el siglo XIX. Primero Centroamérica se separó en 1823, Texas en 1836; en 1848 se perdió la mitad del territorio del norte y finalmente la Mesilla en 1854.
Durante la mayor parte del siglo XX, la paz en México ha permitido la consolidación de instituciones republicanas y democráticas que han ayudado al progreso económico y social de sus habitantes. Antes de finalizar el milenio se firmó el Tratado de libre Comercio de América del Norte que incluye a Canadá, Estados Unidos y México. Desde entonces se han firmado 12 tratados de libre comercio con 46 países y 32 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones con 33 países.
Hasta 2018, los gobiernos de la república impulsaron una política exterior de apertura y colaboración con países que han adoptado la democracia como forma de vida, la libertad económica como motor del bienestar y el intercambio comercial para aprovechar las ventajas comparativas de cada país.
El mundo entero, de hecho, se ha venido integrando en regiones y estas, a su vez, han propiciado una mayor dependencia entre ellas. A Don Ángel Verdugo le escuché decir que lo de hoy es la “interdependencia” y en verdad eso está ocurriendo a nivel internacional. Ejemplo de lo anterior lo es también la Unión Europea.
Resulta emocionante poder conmemorar que México nació hace 200 años, gracias a las tres garantías del plan de Iturbide: Unión, Religión e Independencia, sin embargo, debemos pensar en los próximos años: ¿Qué “visión y misión” tenemos de México y del mundo y cuáles son los valores en los que descansan nuestro pensamiento estratégico? Hay nuevos siglos por delante.
El progreso se logra con la paz, no con la discordia y división; con la fe en valores que se sustentan en la eminente dignidad de la persona humana y que son universales, así como con la disposición a colaborar con otros países. Esta última no es negativa sino positiva, ya que cada país ofrece a su contraparte lo que mejor hace o produce. Parece que el siglo XXI será de mayor integración e interdependencia y México no debe quedarse paralizado.
Twitter: @basiliodelavega

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