El poder de Glenn Close para convertirse en la estrella de una serie en un segundo

Glenn Close no habrá ganado nunca el Óscar, sin embargo para muchos espectadores es como si ya lo tuviera.
La actriz de 74 años ha sabido dejar huella en la historia del cine con trabajos inolvidables y una pasión insaciable por su trabajo, manteniéndose en constante movimiento entre el cine y la televisión, los personajes protagonistas, secundarios o meras apariciones esporádicas.
Sin embargo, a 35 años de Atracción fatal todavía le persigue una etiqueta que el público asocia con ella enseguida.
De todos modos, es algo que la actriz acepta e incluso exprime en uno de los estrenos recientes de Netflix hasta el punto de robarse la serie al completo con apenas unos segundos de presencia.
La plataforma estrenó el pasado 28 de enero La mujer de la casa de enfrente de la chica en la ventana, una sátira con tintes de thriller protagonizada por Kristen Bell que toma prestada la premisa de La mujer en la ventana (la criticada película de Amy Adams) para bañarla con el humor paródico de ¡Aterriza como puedas!.
El problema es que a lo largo de sus ocho episodios hila una trama entretenida olvidando que el humor absurdo necesita tener algo de gracia para que funcione.
Kristen Bell vuelve a hacer gala de su divertida vena cómica pero por mucho que se esfuerce no consigue que la serie provoque las carcajadas que pretende, forzando el humor hasta generar rechazo.
Y por más que sea evidente que pretende imitar el clásico de 1980 y otros ejemplos de spoof movie, como Top Secret! o Agárralo como puedas, la serie no acierta y su trama de arcos exagerados termina por caer en un pozo ridículo del que no logra salir. Hasta que llega Glenn Close.


La serie, que se puede ver en menos de cuatro horas, nos presenta a Anna, una mujer con ombrofobia (miedo a la lluvia) que apenas sale de su casa, bebiendo vino y observando a sus vecinos como parte del horror que arrastra por dentro tras el brutal asesinato de su pequeña hija.
Sin embargo, la vida parece darle un soplo de aire fresco cuando un hombre viudo y su hija se mudan a la casa de enfrente con flirteos y esperanzas de un nuevo comienzo abriéndose ante ella.
Pero una noche Anna es testigo del asesinato de la novia recién llegada del vecino a través de su ventana. No obstante, nadie le cree. Las pruebas no encajan y su credibilidad se desmorona debido a su tendencia a tomar medicación psiquiátrica con alcohol, padeciendo alucinaciones y oyendo ruidos en su casa.
Todo esto pintado con un humor absurdo que exagera los tintes dramáticos haciendo que la historia juegue en la contradicción constante a propósito. En resumen, La mujer de la casa de enfrente de la chica en la ventana propone la historia de una mujer a la que nadie cree, creando arcos que la van poniendo en duda frente al espectador pero que aun así debe demostrar su credibilidad contra viento y marea.
Al final de la historia, cuando Anna recompone su vida tras el caso de asesinato vivido frente a su casa, habiendo sido madre de nuevo tras reconciliarse con su exmarido, ocurre la última secuencia. Vemos a la protagonista acomodándose en primera clase en un avión con destino a Nueva York cuando una mujer sofisticada y algo maleducada se sienta a su lado, dando pie a un final que abre la puerta a otro asesinato con su credibilidad una vez más en juego.
Esa mujer es Glenn Close, que aparece en escena alardeando de su imagen de villana del cine, transmitiendo arrogancia y desdén, dejándonos claro con su interpretación que algo inesperado está a punto de suceder. Y todo esto lo consigue con apenas unos segundos en pantalla.
Glenn Close dejó huella como “mala del cine” a raíz del éxito de Atracción fatal, creando un personaje icónico que debido a la era social del estreno en 1987 se terminó convirtiendo en la imagen de la soltera obsesiva y villana de turno. Algo que ella siempre dejó claro que veía muy diferente dado que Glenn trabajó el personaje como una mujer con problemas, y nunca como villana. Sin embargo, su magnífica actuación creó un ícono del cine haciendo de lo “siniestro” una seña de identidad en su carrera.
Y ahora, 35 años después, lo exprime a conciencia en la serie de Netflix.
En una entrevista a EW, Glenn Close confiesa que a cambio de hacer el cameo exigió que la vistieran con guantes y un aspecto “fabuloso”. Todo lo que sabía a la hora de sumarse a la serie era que su personaje era una mujer “glamurosa” involucrada en “algo siniestro”, que era reacia a mantener conversación con su compañera de fila en el avión.
Una descripción mínima que fue suficiente para hacer volar su imaginación, pedir el vestuario y crearla, demostrando lo mucho que sabe crear un personaje en cuestión de segundos, diseñando una fachada externa que conjuga a la perfección con la interpretación que ella aporta.
“Si entro en escena con cierta actitud, la gente siempre espera que sea la mala. Hay mucho bagaje relacionado cuando actúo de cierta forma, que la gente dice ‘Oh oh, algo malo está a punto de suceder’. Interpretó a mujeres que la gente piensa que son pura maldad. Pero, para mí, solo Cruella lo era” sentencia.
Y así, a pesar de no ver el papel de Alex en Atracción fatal como malvada, Glenn Close refleja lo consciente que es del legado que mantiene en la retina del público, usando precisamente esa sombra villanesca para crear los mejores segundos de La mujer de la casa de enfrente de la chica en la ventana.


Y digo los mejores segundos porque es su presencia la que de repente nos despierta del sopor sin gracia de toda la serie, no solo sorprendiendo con su aparición sino por cómo transmite un halo siniestro, que despierta curiosidad y que efectivamente invita a querer saber más. No de Anna, sino de esa mujer misteriosa asesinada en el avión.
De todos modos dudo mucho que la serie expanda esta historia algún día a pesar de ser lo más efectivo de sus ocho capítulos. En principio, porque Glenn Close solo se prestó a realizar el cameo sin miras a expandirlo en una segunda temporada porque le pareció “divertido”, y justo tenía un hueco en su agenda durante un viaje a Los Angeles cuando se lo pidieron.
“Lo que es raro” sentencia la actriz que desde hace varios años vive una vida tranquila lejos de los focos en un pueblo de montaña en Montana, rodando cuando le apetece. Y además, porque los creadores de la serie, Rachel Ramras, Hugh Davidson y Larry Dorf, la crearon como serie limitada sin intención de desarrollar una segunda temporada.
Si bien aseguraron a Collider que tienen ideas sobre cómo continuarían la historia, no tienen planteado de momento hacer una continuación. Y solo por ver a Glenn Close repartiendo siniestralidad con elegancia merecería la pena.

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