Don Brau consultaba periódicamente, por “mal de orin”, control de la presión, deseo de conversar sin recibir regaños, confesar el pecado de una parranda, llegar a casa a las tres de la mañana, u ocultarle a “la vieja” la lana perdida en una carrera de caballos, “ para que no haga muinas, que tanto mal le hacen pa´su vesicula”.
Su vida plácida discurría en un poblado tropical, pintado de verde por vegetación exuberante, a dos horas de Xalapa. Gozaba de salud ¡a toda ma!, expresión de su gusto personal. Tenía sesenta y seis años, honesto y humilde, siempre había vivido “respetando los preceptos del Señor, hasta donde se pudiera”.
Aquel día de fiesta, Brau se sintió “no como todos los días”, una sensación de incomodidad invadía su frondoso abdomen. Cuando lo vi, me espetó, “mi médico he regresado el estómago muchas veces, me siento agorzomado, por una acabazón entre pecho y espalda, no me deja consuelo, cuando recuerdo no me puedo enderezar”, el consuelo vendrá con los medicamentos, le dije.
Sugerí exámenes de sangre, orina, radiografías, endoscopía. A la cita siguiente me dijo algo singular: “Médico, sigo agorzomado, la acabazón va al cuadril, de ahí al espinazo, me duele el cuerpo y no aguanto dolor en el entresijo”.
Interpretar el significado fue ecuación cuántica emocional, Brau me ilustró, cuando recuerdo significa cuando despierto, agorzomado es encogido por dolor, acabazón es sensacion de vacio en el epigastrio, el cuadril son los huesos prominentes de la cadera a los lados del pubis, el espinazo la columna vertebral, el entresijo es el ombligo. Mi paciente y amigo se veía preocupado, pero nunca perdió la calma.
Brau tenía cáncer gástrico, “el enemigo de mi panza” El tratamiento fue tan doloroso como su tristeza. Lo turné a un oncólogo y me visitó varias veces como amigo. Un día, al despedirse, dijo, “Doctor, esto “se-o” viendo mi expresión al no entender lo que quería decirme, aclaró, “esto se chingó”, esbozó una sonrisa y se retiró tranquilo.
Lo ví por última vez algunos meses después, al llegar me dijo, “perdone usted mi doctor, la ausencia es que con esta enfermedad me maneo y desatino, todo se me revuelve. Mi vieja me apura, pero como yo le digo ¡ déjame que cad´uno es cad´uno y no puedo ser como tú, mi doctor la cosa es que ya estoy aquí, con usté”.
Brau distaba de aquel “gabacho mal hablao y más bragao”, como él decía, lucía delgado, sin cabello, siempre apacible. Me dijo, “esta acabazón, me tiene cada día más trasijao”. Murió el 14 de febrero de 1985.
Revisando mi Diario abrí una página fechada en febrero de 2020, encontré antigua nota que me dio su esposa, “Querido don Humberto, me siento re mal, gorzoma y acabazón son de la “re chin”, lo trasijao no me deja caminar, ya me chilesequé, o sea estoy arrugado, enjuto y poco pico, ora sí esto ya se-o, pero no me quejo, estoy de acuerdo con usté porque, todo en esta vida no es más que´s que lo que´s, y así es mi doctor, ni modo, nunca olvide a su amigo Brau”.
Hace 37 años, Brau regresó a la casa eterna, lo recordaré siempre, en ocasiones incluyo sus palabras y frases en mi conversación, es otra manera de recordar a mi querido amigo.
Entender el lenguaje del pueblo nos acerca a nuestra gente del campo, nos hace comprender sus sentimientos, enriquece nuestra cultura autóctona y nos invita a investigar el origen de las inflexiones pueblerinas de nuestra hermosa lengua.
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