La izquierda a debate

De la clandestinidad y los movimientos radicales, la izquierda en México se integró a la política electoral de manera legal sólo hasta mediados de la década de los setenta, con la reforma política diseñada por el entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, en 1977-1978.
De hecho, hasta 1973 el Partido Comunista Mexicano (PCM) era clandestino, aunque para esas fechas la mayoría de las izquierdas habían abandonado el dilema reforma-revolución, para buscar convertirse en un fiel de la balanza en la lucha de la región contra la derecha.
La estrategia reformista del PRI hizo crisis en la década de los ochenta, como consecuencia del colapso financiero del Estado mexicano y la falta de apertura y democratización al interior del régimen, lo que llevó a la escisión de un sector de priistas encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, y al nacimiento del Frente Democrático Nacional (FDN).
En este punto, la fusión del FDN con grupos y partidos políticos de izquierda, como el Partido Socialista Unificado de México, sucesor del PCM, y el Partido Mexicano Socialista, de Heberto Castillo, crearon una coalición que dio origen al PRD. Sin embargo, tras las polémicas elecciones de 1988, Carlos Salinas ofreció al PAN una alianza para llevar adelante la reforma neoliberal.
En el sexenio salinista (1988-1994) la izquierda vivió años de persecución e incertidumbre con una política de Estado cuyo fin no solo se reducía a derrotar al PRD, sino a destruir su credibilidad como un partido de oposición en todo el país, mientras por otro lado el régimen reconocía al PAN un número creciente de victorias electorales estatales y locales, aunque esta estrategia le costó al gobierno señalamientos de que practicaba una democracia selectiva que apuntaba hacia un bipartidismo al estilo norteamericano.
Tras la debacle del régimen salinista, la reforma electoral de la década de los noventa permitió el reconocimiento legal y de facto de la izquierda como una fuerza política representativa (simbolizado en la victoria del PRD y Cuauhtémoc Cárdenas en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y de la mayoría de la Cámara de Diputados por los partidos de oposición en 1997) lo que constituyó el paso decisivo en la reforma al sistema político mexicano.
Sin este reconocimiento, el sistema electoral hubiera adolecido de una falta de legitimidad fundamental.
En ese sentido, la izquierda mexicana contribuyó introduciendo mayor competencia política y manteniendo una agenda crítica al modelo de desarrollo económico dominante.
De acuerdo con el texto, La izquierda mexicana y el régimen político, publicado en 2019 por la Universidad Autónoma Metropolitana y Editorial Itaca, bajo la coordinación de Godofredo Vidal, parte del debate actual es determinar si los triunfos electorales de la izquierda y la coalición gobernante se traducirán en la consolidación de un bloque lo suficientemente estable y fuerte para iniciar reformas sustantivas del Estado y del régimen político.
Un bloque que le permitiría, a su vez, consolidarse como una alternativa al modelo neoliberal, a través de una izquierda moderna, congruente, autocrítica y no complaciente.
Ese es el debate que ocupa hoy al país, a 3 años del triunfo de Morena y de Andrés Manuel López Obrador en la Presidencia.

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