Provincia mexicana, descanso sin tentaciones

El año pasado, 2021, cansados del ajetreo, compromisos de trabajo y cansancio naturales que el ejercicio rutinario del quehacer imprime, decidimos emprender unas vacaciones diferentes, resultando un viaje inolvidable, sin antes imaginarlo, nos fuimos lejos de mi Veracruz, por carretera. Viajamos con frecuencia a la Ciudad de México (CDMX), solemos hacerlo en Autobuses, seguros y confortables.
Ahora fue distinto, revisamos nuestro coche con meticulosa atención mecánica. Salimos de Xalapa una mañana previa a Semana Santa. A las 8:00 hrs., tomamos el “libramiento” de Perote y empezamos un placentero recorrido. Disfrutamos de tres horas, cursando una autopista extraordinaria, bordeada de verdor veracruzano, bajo un cielo azul con influencia costera hasta entrada la montaña, donde la niebla de la mañana engarzaba aquel cromo de serranía.
Disfruté esos paisajes, fascinado como la primera vez, fui co-piloto, mientras Gra, Fer o Xime conducían con buena velocidad y mesura como solo las mujeres saben hacerlo. “Guié el trayecto” apoyado en“Waze” que en Xalapa no necesito y en la CDMX generalmente utilizamos “Uber”. Este viaje fue una regalía que la entrega al trabajo ahora nos permitía.
Gra y yo y nuestras “tres chicas” que mostraban encantadoras sonrisas matizando sus rostros juveniles y la nieta de ¡casi seis añitos!, instalada en las piernas de la abuela. Salimos hacia Pachuca donde comimos tradicionales “Pastes” empanadas de los mineros de antaño, rellenas de carne, queso, mole, frijoles, arroz con leche o piña y seguimos a hacia la montaña, al noroeste de la sierra pachuqueña.


Multitud de cerros de baja altura, caminos de piedra arenisca blanca y casitas desparramadas, con techos de dos aguas, donde ofrecían pastes, guisos de trucha, escamoles, pulque blanco y curado, rompope artesanal, todo lo probamos.
Tres de la tarde, llegamos a Huasca de Ocampo, Hidalgo. (Huasca, del nahoa huascazaloya, lugar de alegría). El apelativo fue otorgado porque don Melchor Ocampo vivió en este lugar por un tiempo. Declarado primer “Pueblo mágico” de nuestro país, en 2001. Caserío a 2080 metros sobre nivel del mar a 38 km de la CDMX, con poco más de 17,000 lugareños,
Huasca, del náhuatl “Huascazaloya” (lugar de regocijo y alegría) diminuto, calles empedradas, tortuosas, casas bajitas de dos aleros y portales antiquísimos, ocupados por restaurantes de comida típica e intentos de internacional. En un fresco cerro encontramos las diez “Cabañas cumbre” acogedoras, con chimenea bella, alberca con agua calientita. Comedor familiar, atendido por sonrientes mujeres de la localidad, comida doméstica calientita, café delicioso, casi como el de Veracruz, mas no igual.
Dejamos maletas y salimos a los alrededores, ¡bella provincia! Cinco días de paz, aire montañés fresco y agua cristalina regalo de las altas cumbres.
Los Prismas basálticos, formaciones rocosas de unos 40 metros de largo, de forma hexagonal, producto del arcano escultor, en una labor de millones de años, brillan mágicamente bajo el tenue sol reflejado por el agua de cascadas de la presa San Antonio.
Viernes Santo, recorrido nocturno por callejuelas oscuras, “apareciendo fantasmas”, sobresaltándonos con risotadas, mientras un actor disfrazado de la muerte relataba leyendas tradicionales de “espantos”. Al final departimos alrededor de enorme hoguera, comiendo bombones asados.
Ex hacienda de San Juan Hueyapan fundada en 1535 por Pedro de la Paz, sobrino de Hernán Cortés, colonial hermosa, su capilla data de 1770. El administrador don José de Landeros, aristocrático, de enorme bigote y leontina, su efigie adorna la sala principal.
Parque ecológico San Miguel Regla, relajante diversión, comida, artesanías, paseo a caballo, tirolesas, navegación y pesca de trucha, túneles subterráneos. Fantástico lugar.
Una semana sin “chelas”, “traguitos” de marca, ni platillos sofisticados y costosos, sino todo sencillo, sano, y la enorme dicha de la cercanía de “ellas” Gra, Fer, Xime, Re, que en la rutina de la ciudad, me es excepcional. El regreso a Xalapa, apacible, relajados, con ganas de reencontrar “nuestros lugares de siempre”


Este año 2022, disfrutamos la “Semana santa” en nuestro puerto jarocho, desde el “domingo de ramos” hasta el de “resurrección”, volvimos a gozar la imagen del mar apacible bajo el cielo azul límpido, del amanecer y el agreste verde azulado en el ocaso, coronado con espumas blancas renovadas cada instante.
Veracruz ha sido agraciado por erupciones volcánicas y reestructuras terráqueas en millones de años, dejándonos la hermosa faz jarocha que nos ufana cuando visitamos cualquiera de sus rincones, llenos de luz, agua cristalina y vegetación voluptuosa. La hermosura de Xalapa ha sido nuestro orgullo desde niños, somos afortunados, quienes a Veracruz lo conocemos todo, sin embargo las imágenes harto conocidas de mi Veracruz, siguen siendo una sorpresa cuando las vuelvo a ver.
Transitar por las calles populosas del puerto jarocho, entre un murmullo de voces, marimbas a lo lejos y jaranas por doquier, alegran el más adusto corazón de los viandantes.
En las noches un café espumoso en “La Parroquia” o un “menyul” acompañado con manitas de cangrejo moro en los portales, para al anochecer recorrer el malecón bajo el cielo aún azul con ribetes amarillos del sol que muere en el occidente en este rincon del golfo, que “anida las olas del mar”.


Esto sucedió en esta “Semana mayor”, como decía mi madre, siete días de relajamiento del cuerpo y espíritu en este año que, al parecer, nos olvida un poco la pandemia.
Disfrutemos nuestra familia, conozcamos más de nuestro México, ambas experiencias unen y multiplican cada uno de estos momentos sencillos, que con el transcurso del tiempo recordaremos como un tesoro vivido en el pasado.
Quedan plasmados en óleos de nuestra memoria los “pastes”, “escamoles”, tiernas truchas, la colonial ex Hacienda de Hueyapan, o los lecheros con canillas y los menyules con patas de cangrejo moro, en “los portales” y el malecón bajo su cielo alfombrado con estrellas que con sus guiños bailan al compás de “la bruja”, que presurosa se aproxima para “. volar a las dos de la mañana”. Veracruz, “pedacito de tierra que sabe reír y llorar”.
hsilva_mendoza@hotmail.com

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