SABERES Y SABORES

Nacer de arriba

Nicodemo era un hombre preocupado por conocer las cosas de “arriba”, por ello, fue de noche a visitar a un amigo para consultarlo, sin embargo, lo que necesitaba no era recibir enseñanzas nuevas, sino tener una experiencia para que se produjera un cambio en él. Eso mismo necesitamos nosotros.
Sí, sé que han pasado varios años, pero ¿cómo se puede vivir una vida nueva? Le preguntaba Nicodemo a su amigo en aquella visita. Él le respondió: “necesitas nacer de nuevo desde arriba”
Claro está que nadie se da a luz a sí mismo; me refiero más bien a una vida nueva. Es normal. Todo lo vemos desde fuera; las apariencias del hombre y sus actos exteriores nos llaman la atención, pero no logramos ver lo que se está gestando en el interior y a eso me quiero referir: a lo que está en el corazón, pues desde ahí surge el deseo de ser mejor, de cambiar y de trascender por la fe.
En la actualidad me sorprende saber que muchos buscan lo económico, una mejor salud, mejores relaciones, mejores amistades, o buscan también oportunidades para superarse en la vida. Todo ello es bueno, pero creo que hay lugar en un más allá para enfatizar en él.
Además, hay una razón muy importante que se pasa por alto: el aspecto espiritual. Parece ser que el ser humano siempre está tras la búsqueda de algo. Necesitamos motivos, objetivos, algo que alcanzar, razones para vivir. Dios es la razón de las razones, y mientras el ser humano no reconozca este hecho, vivirá en un permanente conflicto. Entonces, al final de todo, descubrirá que ha perdido la oportunidad irrepetible de vivir una vida nueva con la única meta que lo vale todo: vivir para Dios.


Iniciar una vida nueva no se debe confundir con una serie de prohibiciones o un catálogo de negaciones, ni mucho menos con una lista de abstinencias. No se trata de eso. Muchas personas piensan que emprender una vida nueva es “estar tristeando” o pasarla aburrido, porque no participan en el júbilo de las ferias de las vanidades que la vida moderna ofrece.
La diferencia entre la libertad y el libertinaje radica en que la libertad conlleva el respeto por uno mismo y por el otro, además de asumir las consecuencias que impliquen las acciones y palabras ejercidas desde la condición propia de razonar y tomar decisiones: el libre albedrío. Por su parte, el libertinaje consiste en actuar con desorden, haciendo uso del derecho a la libertad sin asumir las consecuencias: se transgreden las normas sin importar los resultados.
Sin embargo, hay hombres que despiertan y son dóciles ante la actuación de Dios, pues descubren poco a poco que sus razones de actuar y sus ambiciones ya no son las mismas de antes. Se sienten a gusto con la nueva vida y, así, sus temores se han desvanecido. Comprenden y comprueban que su vida no la orientan ellos mismos por completo, pues han tenido una experiencia sin igual que ha trasformado sus vidas.
Aquel amigo le explicó a Nicodemo que el hombre debe “nacer de nuevo”; nacer de nuevo es dejar que Dios y su espíritu entre en nosotros y que sea Él quien guíe nuestra vida. La nueva vida es un acto de Dios a través del Espíritu Santo que opera en el ser humano, originando una nueva dimensión de vida moral.
En otras palabras, es el cambio espiritual que se produce en el corazón del hombre por obra y gracia del Espíritu Santo; éste abarca al hombre o mujer en su totalidad, pues renueva su naturaleza, ilumina su mente y libera su voluntad para hacer el bien. ¿Estás dispuesto a vivir esta experiencia?

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