SABERES Y SABORESL | La fragilidad de la paz

Un valor universal debe ser afrontado con toda honestidad intelectual, con lealtad ciudadana y con agudo sentido de responsabilidad ante sí mismo y ante los demás y todas las naciones. Espero que se convenzan de que solo existe una sola paz, independientemente de su filosofía política, de su sistema económico o principios personales, todos estamos llamados a contribuir a una fundada sobre las bases de la justicia social, la dignidad y los derechos humanos.

Esta tarea requiere una apertura radical, con la convicción de que todas las naciones de la tierra, hoy más que nunca en esta segunda década del siglo XXI, en plena globalización —fenómeno complejo que posee diversas dimensiones económicas, políticas, culturales, comunicacionales y de ideologías—, influyen en el quehacer de la paz.

Debemos ser totalmente conscientes de que en la presente situación, la paz es un valor que se apoya en unos cimientos demasiado frágiles, dado que nuestro mundo nos presenta una evidencia clara de exceso de egoísmo en grupos políticos, ideológicos y económicos, algunos opuestos entre sí, dispuestos a seguir sus objetivos particulares y sus ambiciones de poder, de progreso y de riqueza, sin tener en cuenta el bien en común de los pueblos que forman la humanidad globalizada, mientras crece el espiral hacia una polarización que se alimenta de los frutos del interés mezquino.

En tal situación quien más sufre es el pequeño y el débil, esto puede suceder cuando los pueblos más indefensos caen bajo el yugo de la fuerza del poder. O también puede suceder indirectamente, cuando el poder económico priva a las personas en una sujeción social y económica que genera malestar y violencia.

El camino es la negociación mediante acuerdos recíprocos acerca de las medidas que reduzcan la posibilidad de una guerra o levantamientos. La paz se pierde a causa de la injusticia social y económica por parte de grupos de interés o de “elite”.

La paz se pierde cuando por uso de la fuerza de mayorías se controla los poderes legislativos en los niveles de gobierno, para que todas las reformas a la Constitución pasen con verde, no importando el impacto que éstas traigan a la humanidad, esto produce estos amargos frutos de inconformidad y división que se pueden concretar en levantamientos o golpes de estado. Se pierde también cuando las tenciones internas en el tejido social dejan al pueblo indefenso y desilusionado, convirtiéndolo en fácil presa de quienes nos gobiernan.

El valor que representa la paz se halla continuamente en peligro debido a intereses de fondo, a manipulaciones inteligentes valiéndose de la ignorancia e indiferencia del pueblo, que no ha sido capaz de despertar; mentiras al servicio de ideologías y sistemas políticos que lejos de seguir un desarrollo, tienen como objetivo cumplir con un pacto multinacional, la dominación, el control del pueblo.

Qué bueno sería tener nuevas relaciones basadas en la información veraz, la ayuda mutua y el diálogo, porque aprenderíamos a:

  • Respetar la dignidad de todo ser humano; -respetar los auténticos valores y las culturas de las naciones;
  • Respetar la legítima autonomía y la autodeterminación de los demás y de;
  • Mirar más allá de nosotros mismos para aprender y apoyar lo bueno de los demás;
  • Contribuir a la paz con nuestros actos en favor del desarrollo de un nuevo sistema de gobierno, que se derive de la equidad y la justicia;
  • Construir una estructura que asegure la ayuda social, y el diálogo.

Podrán tal vez si nos dejamos tener el control de las estructuras sociales y demás, pero esto no va a suceder en un pueblo habitado por mentes y voluntades honestos y justos que buscamos vivir en paz. Para que esto suceda hay que despertar, informarse e investigar, conocer, amar al pueblo y servirle. Hay una propiedad legitima, autentica e importante que ahí no hay que permitirles entrar, que es nuestra conciencia, nuestro corazón y porque no nuestra alma, recintos donde debemos ser libres y responsables a la vez para ir cultivando la paz interior, la paz en la familia, la paz en el entorno, con los vecinos, en cada ambiente donde nos desenvolvemos, ¡que esta paz detone hacia el mundo!

La paz se define como la concordia entre las partes disidentes. Por esto, cuando cesa en nosotros esta guerra interna, propia de nuestra naturaleza, y conseguimos la paz, nos convertimos en heraldos de paz, demostrar en nuestras personas la veracidad de este apelativo “venimos en son de paz”.

Así como los rayos del sol ilumina a todos, así la justicia y la paz debe alcanzar a todos los ciudadanos, para que dejemos las actitudes injustas y nos conduzcamos con justicia, dignidad, apartando de nosotros las ignominias, las ofensas que se cometen en público o a escondidas.

¡Obrar en plena luz!, convertirnos también en hombres y mujeres de paz justos por los actos. Y si tenemos en cuenta que la paz es un valor universal, nos abstendremos de toda obra y pensamiento que contradiga la paz, con lo cual con sinceridad que como ciudadanos demostramos la eficacia de esta paz anhelada con los actos de nuestra vida.

¡Que la paz este con México!

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