Habituados a los usos y costumbres de la política a la veracruzana, que mucho tiene que ver con las viejas formas del régimen priista que gobernó la entidad durante décadas, con la alternancia política en Veracruz, lógicamente, también cambiaron el estilo y la manera de conducirse de los nuevos gobernantes.
De un ejercicio vertical y autoritario del poder, que fue una característica de los gobernadores de la era priista, a los que varios connotados analistas definieron con maestría como auténticos señores feudales, se pasó a una forma de gobierno diferente, democrática y, por lo tanto, horizontal.
Con la alternancia democrática de Veracruz, el gobernador del estado dejó de ser una figura intocable, a la que el pueblo solo podía mirar hacia arriba, pero sin atreverse a cuestionar en voz alta sus errores, abusos o excesos.
La debacle de Duarte provocó el hartazgo de los veracruzanos contra la parafernalia y los usos y costumbres del viejo régimen patrimonialista del ejercicio del poder, aunque la transición democrática de Veracruz no llegó sino hasta 2018, cuando la coalición Juntos Hacemos Historia, de Morena-PT-PVEM ganó la gubernatura del estado con el ingeniero Cuitláhuac García Jiménez, un cuadro surgido de los grupos de izquierda que venía de ser diputado federal por la capital del estado.
Cuitláhuac García llegó a la gubernatura de Veracruz con una enorme legitimidad política y social tras ganar la elección nada menos que al entonces gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, quien durante su corto ejercicio hizo todo lo posible por heredarle el poder a su hijo.
La derrota de Yunes Linares significó la derrota del viejo régimen político patrimonialista que representaba y en el que se formó a lo largo de su carrera política.

Con Cuitláhuac no solo llegó al gobierno de Veracruz una nueva clase política, sino nuevas formas de ejercer y concebir el poder.
De entrada, el gobernador ya no era la figura intocable, a la que el pueblo solo podía ver de lejos y hacia arriba. Era habitual ver al titular del Poder Ejecutivo en lugares o reuniones públicas departiendo como un ciudadano común.
El gobernador renunció al patológico impulso por el control político del estado, para dar paso a los nuevos liderazgos sociales.
Dicen los politólogos que el “poder fluye”, y el potente flujo de los nuevos poderes democráticos no podía ser embalsamado ni administrado desde un centro, al menos no recurriendo a las viejas estrategias conocidas de la era priista.
Por eso incurren en sesgos o en fallos cognitivos quienes pretenden evaluar la gestión del gobernador Cuitláhuac García desde la viejas formas antidemocráticas y autoritarias de la política a la veracruzana.
Cuitláhuac fue un gobernador democrático, consciente de la diversidad política y social de la entidad. Su gestión significó el paso del viejo régimen autoritario a un nuevo régimen democrático, lo que necesariamente implicó un cambio en la forma del ejercicio de gobierno.