En los últimos años, las olas de calor se han vuelto más frecuentes, intensas y prolongadas en México y el mundo, como una de las expresiones más visibles del cambio climático. Sus impactos inmediatos en la salud humana —golpes de calor, deshidratación o complicaciones cardiovasculares— son conocidos, pero recientes investigaciones advierten sobre efectos menos visibles: un posible envejecimiento acelerado, especialmente en personas adultas mayores.
Un estudio de la Universidad del Sur de California encontró que la exposición prolongada a temperaturas extremas podría modificar la llamada edad epigenética, adelantando el envejecimiento biológico hasta en 2.5 años en quienes han enfrentado olas de calor intensas.
Las olas de calor no sólo generan riesgos inmediatos, también podrían dejar huellas duraderas en nuestro organismo.
¿Qué es la edad epigenética?
Para entender este fenómeno, UNAM Global entrevistó a la Dra. Raquel Retana Ugalde, profesora de la FES Zaragoza, quien explicó:
“A diferencia de la edad cronológica —la que se cuenta en años—, la edad epigenética se basa en procesos moleculares como la metilación del ADN, una modificación química que regula qué genes se activan o se silencian con el tiempo. Nuestro ADN no cambia, pero ciertos factores, como el estrés térmico, pueden acelerar el envejecimiento biológico al afectar la expresión genética”.
El estudio estadounidense utilizó cinco relojes epigenéticos (PhenoAge, GrimAge, DunedinPACE, PCHannumAge y PCHorvathAge) en muestras de sangre de más de 3,600 personas mayores de 56 años entre 2010 y 2016. Los resultados mostraron un aumento epigenético de entre 1 y 2.5 años, y un incremento del 5% en la velocidad del envejecimiento en algunos casos.
En palabras simples: el cuerpo aparenta haber envejecido más rápido de lo que indica la edad cronológica. No obstante, la investigación muestra una asociación y no una causalidad directa.

¿Por qué afectan más a los adultos mayores?
La doctora Retana explicó que los adultos mayores son más vulnerables al calor extremo por varias razones:
Menor eficacia en la regulación de la temperatura corporal.
Disminución de la sensación de sed, con mayor riesgo de deshidratación.
Mayor prevalencia de enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares.
Susceptibilidad a condiciones como inflamación, estrés térmico o daño cardíaco y pulmonar.
“El envejecimiento es multifactorial. No sólo depende del calor, sino de nuestra historia de vida: cómo comemos, si hacemos ejercicio, si controlamos nuestras enfermedades crónicas, si estamos hidratados”, puntualizó la especialista de la UNAM.
Recomendaciones para reducir riesgos
La académica sugirió medidas clave de autocuidado para enfrentar las olas de calor en personas adultas mayores:
Mantener una hidratación constante, incluso sin sensación de sed.
Evitar salir entre las 11:00 y las 16:00 horas.
Usar sombrillas, sombreros, bloqueador solar y ropa ligera.
Buscar espacios con sombra o zonas verdes.
Realizar monitoreo médico periódico.
Mantener una dieta equilibrada rica en frutas y verduras.
La prevención y el autocuidado pueden marcar la diferencia en el impacto de las olas de calor en la salud.
El contexto mexicano: un desafío urgente
La Dra. Retana subrayó la importancia de realizar estudios similares en México:
“La exposición a olas de calor puede ser un factor de riesgo acumulativo más, especialmente en personas con condiciones preexistentes o sin un adecuado autocuidado”.
En nuestro país, factores como viviendas inadecuadas, transporte sin ventilación, acceso limitado a servicios de salud y alta prevalencia de enfermedades crónicas hacen urgente adaptar investigaciones y diseñar estrategias de salud pública específicas.
Conclusión
Las olas de calor no sólo representan una amenaza inmediata; podrían estar ligadas a un envejecimiento biológico acelerado en adultos mayores. Sin embargo, el fenómeno requiere más investigación, particularmente en México, para comprender sus impactos reales y diseñar políticas de prevención.
Cuidar la hidratación, evitar la exposición solar extrema y mantener hábitos saludables son herramientas clave para mitigar estos efectos.
- Redactor: Pepe Herrera