Con el cambio de la Mesa Directiva del Congreso local, encabezado por Naomi Gómez Santos, se tiene la confianza en que la presidencia sea dignificada por el quehacer político de la joven sureña, que dicho sea de paso, es además vicecoordinadora de la bancada morenista.
Se plantea este deseo luego de que la anterior presidenta protagonizó junto con Héctor Yunes Landa, durante todo un año, un show legislativo que, incluso, el último día de este ejercicio legislativo, se comparó con el show senatorial entre Alito Moreno y Fernández Noroña.
Sí, se puede decir que Héctor Yunes jugó su papel de Oposición; no así Tanya Carola, que nunca le dio al cargo el respeto que se merece por dos detallitos:
El primero, cada vez que se entonaba el Himno Nacional, la entonces presidenta de la Mesa Directiva, alzaba el puño izquierdo. Se supone que dicha acción es un acto de rebeldía ante el Estado Represor… ¿será por eso que no lo alzaba cuando estaba presente la Gobernadora?
El segundo, cada vez que Héctor Yunes le picaba la cresta, Tanya Carola caía en el juego del priísta, y lejos de agrandarse en el cargo conferido, prefería bajarse y ponerse los guantes con el choleño, quien feliz veía cumplido su cometido…

¡Vamos! En Tanya Carola tuvimos a un Gerardo Fernández Noroña región 4T; y en Héctor Yunes, igual, un Alito… los malvados dicen que hasta el Médico Estético del choleño, igual es Región 4.
Como sea, se espera que ahora que Naomi Gómez Santos se entronice como Presidenta de la Mesa Directiva, dé brillo al cargo… se confía en que sea la Presidenta de Todos y que este cargo vuelva a tener la dignidad que al menos en este primer año de esta Legislatura, se perdió.
Y es que nuestra política, local o nacional, ha caído en un vacío de argumentos para dar paso a la validación de la ofensa verbal y ahora, hasta la física.
Hoy, se le aplaude al que insulta… no importa del partido que sea, pero a mayor carga ofensiva, se le considera más valiente. Ya no hay política, ya no hay argumento, ya no hay discusión… pero si medimos a nuestros políticos, muchos están a la altura de un Noroña, de un Alito, de una Lily Téllez…
Pareciera que todos son iguales y en el “pareciera” está la esperanza de que los Políticos (así, con mayúscula) vuelvan a ocupar esos espacios que los carretoneros (recordando las palabras de Miguel Ángel Yunes Linares hace muchos años), ocupan en estos días.
Por eso, vale la pena citar el posicionamiento que hizo la diputada de Movimiento Ciudadano, Elena Córdova Molina, el pasado fin de semana, luego del otro show que se echaron Alejandro Porras y Ana Rosa Valdés, cada quien defendiendo a un personaje… pero ninguno al quehacer político.
Como bien señaló Elena Córdova Molina, algunos creen que el fuero es licencia para el ridículo, como si portar curul les otorgara permiso para agredir.
El problema no es solo el circo montado en pleno Senado, sino el daño que estas escenas hacen a la política misma. Porque cuando la ciudadanía ve esas escenas piensa: “todos son iguales”. Y no, no todos son iguales: “hay quienes llegan a los espacios de representación con la idea de servir, no de montarse en un ring”.

Córdova lo dejó claro: México necesita líderes que den ejemplo, no que avergüencen. Y la sanción más fuerte no la imponen las leyes, sino la voz ciudadana. El rechazo popular es el único antídoto contra quienes confunden fuerza (y agrego: violencia) con liderazgo.
“El Senado no es un ring”, dijo la diputada. Y tiene razón: si quieren pelear, que lo hagan por los intereses del pueblo; si no, que se vayan a la calle, donde esos espectáculos se entienden mejor.
La política necesita dignidad, no gladiadores con micrófono.