Místicos y Terrenales | Partidos de oposición, los grandes perdedores

  • Los partidos políticos de oposición, los grandes perdedores en las elecciones
  • ¿En las elecciones municipales tendrá la oposición apoyo de los ciudadanos?
  • Las de México unas “elecciones de diseño” o hechas a la medida

Los derrotados en las pasadas elecciones, son, en definitiva, la mayoría de los candidatos postulados por la coalición opositora, junto con los grupos sociales que los apoyaron.
Hay quienes dicen que es la sociedad mexicana la que pierde, pero eso es relativo, porque hay un voto mayoritario que favorece a Morena y sus aliados, en una transición de poder que Andrés Manuel López Obrador realiza hacia los mismos integrantes de Morena.
Pero los que en definitiva son los grandes perdedores en las elecciones pasadas, son los partidos de oposición.
Y en esta categoría no entra Movimiento Ciudadano, porque su juego fue para fortalecer la presencia de Morena y sus aliados.
O sea, los perdedores son PAN, PRI y PRD.

LOS PARTIDOS POLÍTICOS DE OPOSICIÓN, LOS GRANDES PERDEDORES EN LAS ELECCIONES

¿Por qué son los partidos políticos los grandes perdedores?
Porque además de los pocos espacios públicos en disputa, perdieron la confianza de los electores, de la sociedad civil simpatizante de Xóchitl Gálvez y que rechaza a la cuarta transformación, esa sociedad civil que fue la que le dio los votos a los partidos de oposición.
Antes de iniciar el proceso electoral, mientras se armaba la coalición, con grupos de la sociedad civil apoyando, la construcción de la misma se dificultaba por cuatro razones:

  1. El cuestionamiento a la dirigencia de Marko Cortés en el PAN y de Alejandro “Alito” Moreno, en el PRI
  2. El antecedente de las elecciones de 2021, cuando los partidos políticos de la coalición opositora se repartieron las candidaturas como cuotas de poder, imponiendo cada uno a quien quiso en cada posición
  3. La petición casi-casi de apoyo incondicional que los dirigentes de los partidos hicieron hacia la sociedad civil apoyante
  4. La falta de una candidatura presidencial aglutinante, hasta antes de que apareciera Xóchitl Gálvez.
    Pero al que más caro le costó, fue al PRD, porque está a punto de perder su registro, en cuanto se confirme que obtuvo menos del 3 por ciento de la votación válida.
    Su bandera como partido de izquierda se desgastó, tanto que hoy ya no vale.
    El PAN y el PRI, en cambio, sufren su pérdida de credibilidad ante la población en la forma de menos posiciones políticas ocupadas y menos votos.
    Han perdido gubernaturas, han dejado ir alcaldías, han disminuido sus curules en las cámaras de diputados y senadores.
    Dicho en otras palabras: han perdido peso político.
    Y hoy, el afán de poder absoluto, autoritario, por parte de los dirigentes de los partidos de oposición que han de sobrevivir, o sea el PAN y el PRI, provoca que de seguir en este camino, perderán todavía más terreno.
    Morena y sus aliados amenazan con tener la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados federales, más del 75 por ciento de curules, pero si acaso no llegan a tenerla, por efecto de la sobrerrepresentación, ahí tienen a Movimiento Ciudadano que les dará sus votos cada vez que se lo pidan.
    Marko Cortés y Alito Moreno no sólo se negaron a realizar la renovación de dirigencias de los partidos, mediante procesos democráticos, si no que Alito Moreno además prácticamente tomó la dirigencia nacional del PRI y la coordinación de la bancada de este partido para que nadie lo pudiese mover.
    De hecho, en 2023, cuando Alito Moreno se impuso para mantenerse en el poder, en ese entonces, se vio el apoyo de la presidencia de la República hacia sus intenciones, lo que incluyó que la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, le bajase el tono a sus reclamos contra el también exgobernador de ese estado y que estos finalmente desaparecieran.
    Alito Moreno dio más muestras de su actitud autoritaria e impositiva en la designación de candidaturas para los diversos cargos que se jugaban, sobre todo en lo plurinominal, por eso se puso en el número 1 de la lista de representación proporcional, para asegurar que él sí tendrá lugar en la próxima legislatura federal.
    Markos Cortés repitió la fórmula.
    Ni siquiera se preocuparon por disfrazar la situación.
    Y ante la derrota ni siquiera aceptaron plantear el cambio de dirigencia, mucho que se haga la renovación.
    Entre la sociedad civil no adepta a López Obrador se aceptó finalmente la alianza con los partidos políticos, porque estos son los que tienen el registro electoral y los que podrían postular candidatos; incluso se dejó pasar todas las anotaciones en contra tanto a uno como a otro dirigente y los militantes de los partidos dejaron de lado sus resquemores.
    Entre los votantes, y entre los militantes de los partidos, persistía el recuerdo de que en 2021 estos postularon candidatos en un sistema de cuotas para cada organización, sin tomar en cuenta a la sociedad civil y mucho menos preocuparse por buscar quien era el mejor posicionado para poder competir.
    Simplemente, al PRI le tocaba el distrito tal, Alito decidía finalmente quién era el candidato; la presidencia municipal de este otro lugar le correspondía designarla al PAN, colocaban finalmente a quien ellos querían; el PRD era quien debía designar candidato en ese otro sitio, sus dirigencias definían el nombre de los que serían postulados.
    Y eso también se dejó pasar por parte de la sociedad civil apoyante.
    Se le pidió a los partidos, se les insistió, en que abrieran la consulta para incluir perfiles de la sociedad civil que pudiesen resultar competitivos, pero no les interesó, no quisieron. La preferencia fue seguir con el reparto del pastel a como se les antojaba.
    Ese descrédito y que el esquema se volviese a repetir en 2024, fue caro para la candidatura de Xóchitl Gálvez y de otros candidatos a puestos de elección popular, porque una buena parte del electorado decidió que Movimiento Ciudadano era mejor opción, por ser caras nuevas, por ser una oferta diferente y para no volver a darle su voto a los partidos opositores. Esto explica en buena parte por qué MC alcanzó más del 10% de la votación nacional.
    A esto se le deben sumar quienes decidieron que era mejor no votar, porque los partidos políticos no le daban confianza o de plano, porque no quisieron darles su voto y fortalecerlos.
    En cada imposición, en cada acto autoritario, los partidos de oposición iban cavando el hoyo en el que quedaron.
    El PAN y el PRI, e incluso el PRD, es probable que sufran una sangría de legisladores una vez que tomen posesión, porque muchos de los electos por estos partidos están más por ambición de poder y dinero que por convicción política y darán el chaquetazo a la primera oportunidad.
    Y cada diputado que cambie de partido, será un punto en contra para los partidos de la oposición.
    Esos, los convenencieros, se irán a cualquier partido en el poder, o simplemente se declararán independientes, pero siempre al servicio del gobierno de Claudia Sheinbaum o del gobierno estatal a cargo de Morena
    Y cada vez que esto ocurra, la credibilidad social de los partidos de oposición disminuirá, porque le estará recordando a los ciudadanos lo poco confiables que son las actuales dirigencias partidistas nacionales, con impacto en las dirigencias locales.
    Aquí en Veracruz, ¿con qué cara van a salir Federico Salomón Molina, dirigente estatal del PAN, Adolfo Ramírez Arana, presidente del PRI estatal, y Sergio Cadena Martínez, dirigente estatal del PRD, a decir “nos fue bien”?.
    El actuar de las dirigencias estatales de los partidos fue, por decirlo de la forma más amable, insuficiente.
    Su carencia de estructura, de cuadros, se vio incluso en los cómputos electorales, donde pidieron apoyo de la ciudadanía para realizar los mismos.
    Cada uno de los partidos políticos debió de tener una estructura suficiente para atender por sí mismos cualquier todas las aristas de la elección estatal, y -por supuesto- cualquier emergencia.
    Pero no fue así, siempre les hizo falta personal, por la carencia de militantes preparados para realizar esa tarea.
    Tal vez no previeron que se tendrían que hacer amplios recuentos de votos y por eso no tenían a cuadros preparados para hacerlo; tal vez si lo previeron, pero ni aún así capacitaron a militantes para la tarea.
    ¿Porqué no lo hicieron?
    Va de nuevo: Por decirlo amablemente, por insuficiencia.
    Y esa insuficiencia es provocada por la causa que se quiera.
    Y ojalá que entre las mismas no se encuentre la corrupción.

¿EN LAS ELECCIONES MUNICIPALES TENDRÁ LA OPOSICIÓN APOYO DE LOS CIUDADANOS?

Todo esto repercutirá en Veracruz en el 2025, porque además ya no habrá las figuras fuertes que jalen la atención de los votantes a favor de los partidos opositores.
El próximo año en Veracruz habrá elecciones municipales.
¿Un llamado de Adolfo Ramírez Arana será apoyado con prontitud por la ciudadanía?. No.
¿Cuando Federico Salomón salga a proclamar que las fuerzas sociales deben apoyar al PAN responderán estas en algún momento?. No
¿Cuando Sergio Cadena diga que el PRD necesita el apoyo de la sociedad habrá quien atienda su proclama?. No.
¿Cómo van a tener esas figuras fuertes los partidos políticos para las elecciones municipales?.
¿Jugarán a conseguir una regiduría en cada ayuntamiento y nada más?.
En cambio Morena tendrá la presencia de Rocío Nahle, que será la gobernadora, además de Claudia Sheinbaum, y la imagen de su gran tlatoani, Andrés Manuel López Obrador, sobre todo si este se mantiene vigente.
¿Por qué habrá elecciones municipales en Veracruz en 2025?.
El desfase es porque Cuitláhuac García dejó transcurrir el tiempo y no promovió una reforma constitucional que adecuase el periodo de los actuales alcaldes, para que terminará en este 2024, por lo que las actuales administraciones municipales concluyen en el último día de diciembre de 2025.
Lo más seguro para Morena y sus aliados, es que harán una imposición de candidatos, sobre todo al gusto de quien mandará en el gobierno del estado y con la injerencia o aprobación de la dirigencia nacional del partido y de la presidenta de la república, más el gran dedo elector de López Obrador.
Y por el lado de la oposición, ¿qué van a hacer los partidos políticos?.
Primero, van a pedir a la sociedad civil que los apoye, pero ante el desencanto por los resultados electorales actuales y los intentos de imposición y el reparto de cuotas de partido, es muy probable que eso se de en menor medida, o de plano, que no ocurra.
En cambio, si Morena mantiene el mismo arrastre producto de la imagen de López Obrador, de la coacción a los beneficiarios de programas sociales, de la compra de votos, de la intimidación en zonas serranas, es harto probable que se lleve la gran mayoría de las presidencias municipales del estado.
Para que la oposición pueda tener el apoyo de la ciudadanía tendría que reinventarse de inmediato y abrirse a la sociedad civil, lo cual se ve bastante difícil, sobre todo por la actitud de los dirigentes de partido y su pretensión de seguir usufructuando los membretes.
Parece que quieren roer lo que va quedando de los famélicos huesos de sus estructuras partidistas, que promover la renovación de las mismas.

LAS DE MÉXICO UNAS “ELECCIONES DE DISEÑO” O HECHAS A LA MEDIDA

Uriel Flores Aguayo, político xalapeño de izquierda, define el último proceso electoral como “elecciones de diseño” o hechas a la medida.
Asienta que se armó una maquinaria de estado para hacer elecciones tipo Rusia, Nicaragua, Venezuela, en las que se diseña el resultado que se quiere y se integra el aparato para lograr esto.
“Se arma una masa votante, que en este caso el punto de partida son los programas sociales. Son millones y millones y millones de votos que amarraron con los programas sociales, como factor económico, amenazas a las empleados públicos y también el control territorial con actores y ayuntamientos que controlan a su municipio, grupos violentos que deciden quién vota y la parte más fraudulenta es donde no hay presencia de los partidos, en las zonas aisladas, serranías, zonas indígenas, donde ellos ponen los votos que quieren”.
Todo esto va conformando una elección de estado, como la que se acaba de dar, con intervención plena de los poderes y hasta de manera descarada.
El término, suena lógico.
Y el resultado anunciado desde meses atrás, más la expresión de Claudia Sheinbaum de que la elección ya era un mero trámite, refuerzan esta apreciación.
Así pues, Morena es la nueva aplanadora política en México.
Los nuevos místicos se consolidan, sustentados en un voto popular manejado a como le pareció bien a quien realmente llevó este proceso electoral, o sea, a Andrés Manuel López Obrador.
Para ellos los electores sólo son masa votante manipulable.

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