Meditemos |Estas ruinas que ves

El título de este comentario no tiene relación directa con la novela del mismo nombre de Don Jorge Ibargüengoitia, relato humorístico acerca de los cambios en las formas de pensar y vivir del ser humano en la provincia mexicana de mediados del siglo pasado, me parece una aseveración aplicable a ciertas circunstancias de la vida cotidiana, como en la novela.
Cuando visito el centro histórico de mi ciudad, Xalapa, he dejado el vehículo en un extenso estacionamiento que cada vez que entro me invade la añoranza de tiempos idos, porque en ese sitio estuvo hace muchos años el querido “Cine Radio”, he contemplado los restos de las estructuras donde nos recreábamos los chamacos xalapeños a mediados de los años cincuenta.
Una de esas ocasiones me acompañaban mis hijas Fernanda y Ximena, que frisan el final de la segunda mitad de los veintitantos años y viven en la Ciudad de México, me preguntaron, “Papá, ¿de qué son, estas ruinas que vemos”?, les conté la historia.


Evoco aquel cine de nuestros recuerdos, la entrada amplia y larga por la calle de Zamora, tenía piso de mosaico reluciente, en las paredes de ambos lados había cartelones con fotografías de imágenes de las películas de estreno en la semana, la mayoría mexicanas en blanco y negro y en algún sitio, siempre el mismo, las de películas norte americanas a color en “Cinemascope”, precursor del cine digital y el de tercera dimensión, pero en aquella época era “lo último” y nos causaba entusiasmo singular.
Era un placer entrar y contemplar cada una de las escenas que invitaban a volver, a la sala de exhibición, a disfrutar las películas en aquella “grandísima pantalla”. Asistir al “Cine Radio” fue siempre un placer, desde el momento de decidir en la entrada cual película deseábamos ver, hasta encontrarnos cómodamente apoltronados en los asientos de “luneta”, aunque eran simples butacas, ¡cuánto las amábamos!


Cientos de veces fuimos a ese cine, hasta que nos alejamos de nuestra ciudad para ir a estudiar a la capital de la república, con una futura ausencia de más de veinte años, pero la imagen del “cine Radio” y aquel entusiasmo con que asistíamos a la “matinée” dominical, nunca se borraron de nuestra memoria.
En los años ochenta aún existía nuestro cine, pero también ya había otros más modernos y atractivos para los jóvenes xalapeños; los Cines Xalapa, Variedades, Carmela Rey, Claudio Estrada y el Tajín, entonces el Cine radio declinó hasta desaparecer, hoy solo contemplamos sus ruinas.
Del “Cine Radio”, actualmente solo queda un galerón deplorable y anti estético, repleto de vehículos que entran y salen continuamente, sucio y en sus rincones un aroma a humedad añeja. El amplio galerón está “atendido” por un grupo de jóvenes dedicados al “viene-viene”, sin ninguna otra responsabilidad.
En una de mis travesías por el predio donde estuvo “mi cine”, he constatado su abandono, desaseo e infestación roedora, pues en diversas ocasiones he visto correr velozmente enormes ratas por los ángulos de pared y piso, para desaparecer debajo de los vehículos.
A unos pasos del cine estuvo el xalapeñísimo Hotel Principal, donde ahora está un restorán de franquicia española, al otro lado los Casinos Español y Xalapeño, enfrente “La Favorita”, ícono de esta ciudad y aunque el inmueble ha sido de todo, con ese nombre lo identificamos.
Una cuadra hacia el oriente se encuentra el venerable “Centro escolar Enrique C. Rébsamen”, testigo de nuestros afanes por aprender las vocales y las terribles divisiones aritméticas. Aún retumba en nuestros oídos la voz tronante del inolvidable maestro Díaz Bello que con su amplia frente, cabello hirsuto occipital e imponente estatura, imponía respeto solo al verlo, era el director del plantel en nuestra época de la primaria.


La zona es el Centro histórico de esta ciudad donde crecimos, llegamos a adultos y empezamos a envejecer, y ha sufrido un cambio depredador en su urbanismo original, ahora las construcciones antiguas aún sobrevivientes merecen ser rescatadas y transformadas en sitios dignos de la belleza original de esta urbe que fue provincia hermosa, pero no ha sido así.
Ignoro a quién le corresponde promover y sustentar la remodelación digna del sitio donde existió aquel cine de nuestra infancia y que actualmente es una porquería en pleno centro de la ciudad.
Si alguna autoridad decide interceder y lo logra, los xalapeños del mundo que hoy somos adultos se lo agradeceríamos con alma y corazón, los jóvenes de hoy heredarían una ciudad con algo más de lo bello que tuvo en el pasado, entonces, quien lo consiga ganará fuerza popular y su imagen será respetable e imperecedera.
hsilva_mendoza@hotmail.com

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