Mi bolero es un hombre sabio y simpático.
-¿Cómo está? –le pregunto.
-Como los teléfonos: bueno, bueno, y ocupado.
En el toldo de su silla, entre los periódicos amarillistas del día que esperan en el travesaño a ser leídos, una placa: “Quien trabaja es respetado por Dios, pero quien bolea es amado por Dios”.
Mientras da bola, no deja de hablar. No es superficial ni escaso de ideas. Es un hombre leído, enterado, con una muy distinguida filosofía de la vida.
-Me hicieron una entrevista y me preguntaron qué es el éxito. Respondí: traer zapatos. Sólo tres personas no usaban zapatos y fueron exitosas: Jesucristo, Buda y Gandhi.
Presume su última lectura, un libro sobre Leonardo Da Vinci.
-Era un genio –afirma mientras hace chillar el trapo sobre mi calzado. Dijo: “El mejor atuendo posible es la educación. Así podemos ir bien vestidos a la fiesta de la vida”…
